El cálido sol de la primavera derrite las últimas nieves del invierno y, en los valles de Yellowstone, las madres animales dan a luz a sus crías, en un mundo hermoso pero con peligros recurrentes.

Yellowstone es el hogar de una pequeña población de pumas, pero son raros y rara vez se ven. El ruidoso urogallo o "gallina de los truenos" es mucho menos esquivo, ya que los machos "tamborilean" sus alas ruidosamente en la época de cría, anunciando su presencia a cualquier ave hembra cercana.

En cuanto puede mantenerse en pie, una cría de bisonte sigue a su madre y a la manada, incluso a través de ríos de agua producto del deshielo. Mientras tanto, el cadáver de un bisonte que no sobrevivió es disputado por lobos y osos pardos.

La joven cría de bisonte es arrastrada por el torrente helado cuando la manada cruza un río. Contra todo pronóstico, llega a una pequeña isla, pero la noche se acerca y su madre no está a la vista.

Sin su manada, un lobo es una amenaza mucho menor, y los demás animales lo saben. Sin embargo, para la cría de bisonte perdida, atrapada en una pequeña isla, un lobo solitario es un peligro mortal, que necesitaría un milagro para sobrevivir.

El color y la nueva vida vuelven a Yellowstone con el regreso del verano, y todos los animales se apresuran a aprovechar al máximo esta ventana de tiempo cálido, que saben que será brillante pero breve.

Se trata de un paisaje en constante cambio, con un gran volcán vivo hirviendo a fuego lento bajo la superficie. El clima va hacia el verano y los animales jóvenes crecen rápidamente en el parque nacional Yellowstone.

El auge del verano trae llamativos colores de arco iris a una de las fuentes termales de Yellowstone. También es el momento álgido del celo del bisonte, cuando los musculosos toros del parque se desafían unos a otros por la oportunidad de aparearse.

Llega el otoño y el celo del bisonte toca a su fin. Para muchos animales, es una época para prepararse en calma y esperar las penurias de otro invierno.

El asombroso terreno montañoso del valle de Yosemite es ahora, por decreto presidencial, un parque nacional del que disfrutan muchos visitantes humanos y cuya impresionante vegetación es el hogar de las criaturas salvajes que han habitado allí durante milenios.

Un coyote y un águila real se pelean por los cadáveres de animales que no sobrevivieron al invierno helado, mientras que una madre lince enseña a sus gatitos a cazar en la nieve.

El granito fundido se enfrió y fue erosionado por los glaciares, formando el paisaje casi surrealista de Yosemite, con sus numerosas y notables formaciones rocosas. Los osos negros habitan el parque y emergen cada primavera de su hibernación, listos para comenzar un nuevo ciclo de vida.

Con la llegada de la primavera, el extraordinario y mortal tritón venenoso de la Sierra se traslada a sus tradicionales zonas acuáticas de cría. Mientras tanto, los martines pescan en los cristalinos arroyos de Yosemite y las ardillas juegan una peligrosa partida de persecución con los linces cazadores.

En el valle boscoso, una ardilla de pino cae presa del voraz gato montés. Aquí se encuentran algunos de los árboles más antiguos y altos del planeta: Las secuoyas gigantes, que ahora son una gran atracción para los visitantes del parque.

Una familia de linces se ve sorprendida por la aparición de un joven oso negro. En otro lugar, una familia de cuervos se ve amenazada por la presencia de un águila calva que sobrevuela su nido.